23 de septiembre de 2009

Cuando las personas a las que amamos ya no están con nosotras

Cuando las personas a las que amamos ya no están aquí, queda un gran vacío que no se llena con nada. Por eso a mí me sorprendió sobremanera que todo siguiera como si tal cosa. Me sorprendió encontrar al salir de casa que todo seguía como siempre, y eso era lo que me parecía más irreal.


Este día sigue siendo de profunda tristeza, como otros momentos en los que hubiera preferido tenerla presente, tocarla, abrazarla.


Pero se que un día me volveré a encontrar con ella y ese día será como si el tiempo no hubiera pasado. No hará falta que la ponga al día de lo que ha ido sucediendo porque ella está al tanto de todo. ¡Y lo que nos vamos a reír comentando cosillas…!


La fe me da el absoluto convencimiento de que volveré a verla. Creo en la vida eterna; la fe es un don, un regalo, el mejor regalo. Por eso un día como hoy soy capaz de sonreír entre las lágrimas.


Nadie nos puede dar la fe, sólo Dios, pero mi madre me dejó como herencia un ejemplo de vida y de muerte, de fortaleza, de esperanza, de amor.


Bendeciré al Señor, porque él me guía,

y en lo íntimo de mi ser me corrige por las noches.

Siempre tengo presente al Señor;

con él a mi derecha, nada me hará caer.

Por eso, dentro de mí,

mi corazón está lleno de alegría.


Cuatro años sin Esclavi, mi madre.


Mamá, te quiero.

No hay comentarios: