22 de septiembre de 2006

ESCLAVI

Esclavi, era, es mi madre. Mañana día 23 hará un año que nos dejó.
Su despedida fue valiente, fue el adiós de una cristiana católica llena de fe y esperanza. Fue un ejemplo que acompañará el resto de mis días. Mamá, ¡Cómo te echo de menos! Pero sé que estas conmigo. ¿Se puede entender esta contradicción? Sí, se puede, porque la esperanza que nos da la resurrección de Jesucristo, nos hace saber a través de la fe que no morimos, que nos vamos junto al Padre, que un día resucitaremos; y mi madre lo tenía claro, no tuvo temor, miedo, no.... ¡Se iba con el Padre!Recordaré durante toda mi vida algunas de las conversaciones que tuvimos después de que el médico le comunicara que lo que tenía "era muy malo y iba muy deprisa". Ella quería saberlo.
Un día mientras descansaba en la que había sido mi cama mientras viví con mis padres, me dijo: "Yo me quedaría un poco más. Me gustaría ver casados a mis nietos..., pero si el Señor decide que ahora, Bendito sea Dios". Por eso cuando mandé aquel Viernes por la mañana los SMS, no podía escribir otra cosa que "Esclavi nos ha dejado. Bendito sea Dios".
En otra ocasión, cuando ya estaba en Bellvitge en el mes de Septiembre, cuando llego el final y así me lo comunicaron los médicos, y yo intentaba cogida de su mano aguantar las lágrimas, me miró y sencillamente me dijo: "No llores hija, que yo estoy muy bien". Dentro del profundo dolor que he sentido durante este año, he intentado siempre acordarme de que ella estaba y está bien, no bien no, requetebién.
Bien, estaba bien. Y era verdad, toda su vida se había preparado para ese momento. En los últimos días se preparó más exhaustivamente: una novena en el Santuario de San Antonio, misa diaria, y ya en el hospital comulgó hasta el último momento, confesó y recibió el último sacramento. Aquellas comuniones también han quedado grabadas en mi memoria. ¡Que gozo tan impresionante! Ver a mi madre comulgar en aquellos momentos me proporcionaba ¡FELICIDAD!.
Me siento orgullosa como hija, de tener como madre a un ejemplo de cristiana católica, fuerte muy fuerte, con una fe firme, con una gran esperanza, alegre hasta el último momento, dándonos fuerza a los que nos quedábamos aquí en este Valle de Lágrimas.
Durante este año que ha pasado, a mí me ha faltado la fortaleza muchas, muchas veces. Nada de lo que había vivido hasta ahora me había hecho sufrir tanto. Pero sigo adelante, y procuro que sea con alegría; después del legado que me ha dejado mi madre ¿Puede acaso ser de otra manera?.
Esclavi está con nosotros.
Mamá te quiero.

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