7 de enero de 2011

Difama que algo queda

Lucrecia Borgia, miembro de una de las familias más corruptas de la historia, utilizaba la difamación como medio para destrozar a las personas. Según Lucrecia, cínica y inmoral, si la persona difamada callaba contra la difamación lanzada en su contra, la victoria de la difamadora era inmediata porque para la gente el silencio es sinónimo de aceptación, pero por el contrario si la persona difamada contestaba, le daba a ella la posibilidad de contraatacar y seguir así su repulsivo juego.

Hay personas que disfrutan con la difamación, la calumnia, la mentira. Disfrutan desacreditando a los demás, atacando su fama, su buena opinión, falsificando sus palabras, creando declaraciones falsas, poniendo en boca de otras personas lo que jamás dijeron.

Estas personas que no conocen la moral ni el respeto hacia los demás, creo yo que no deben de pensar, en ningún momento, que quizás algún día alguien haga exactamente lo mismo con su honra.

Parecen disponer de mucho tiempo que no dedican precisamente a trabajar, a construir, sino más bien a destruir. Pero ojo, que de lo que se siembra se recoge y algún día recibirán el fruto de lo sembrado; puro veneno.

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